sábado, 25 de junio de 2016

Capítulo 6

Al día siguiente, la atmósfera en la Risueña había cambiado. Ahora era Oscar duna quien no quería moverse del colchón espumoso de su cama. Únicamente leía y leía, relamiendo cada una de las líneas de sus libros sin prestar atención a nada. En esos momentos hubiera echado en falta unos buenos audífonos para conectarlos a su móvil y escuchar música. Un buen rap en cuya letra pudiera identificar su historia.
Marcos Alcaraz salió aquella mañana temprano. Decidió levantarse más pronto de lo normal para ingerir una tostada a modo de desayuno y dar una vuelta por la isla. Él también necesitaba tomar aire fresco.
En la cocina se encontró a Denís, quién le dirigió una sonrisa nada más verlo entrar por el arco de la puerta. Marcos alcaraz acarició su mejilla. No pudo evitar preguntarle cómo se encontraba después de lo que pasó la tarde anterior. La chica dijo que no tenía ninguna molestia. Ambos sonrieron.
Marcos Alcaraz empezó a pisar la fresca hierva verde del suelo de Niotramm. Amaba la naturaleza, de ahí a que estuviera estudiando biología en la universidad. Se paró a pensar en quién había sido antes de montarse en el trasatlántico: sus estudios de biología ya no le servían para nada, su familia quizá ya hubiera puestos carteles en todas las paredes con su foto y un enorme letrero que pondría "SE BUSCA" y quizá, Celia, su novia, estuviera llorando por él.
Se acerco al lago y bebió un sorbo de agua. El agua sabía a vida. Mojó sus muñecas y se detuvo un instante para contemplar su reflejo. El agua estaba más transparente que nunca, y eso era algo que le fascinaba.
- Aparta.- dijo una voz grave de mujer detrás de él.
Marcos Alcaraz dio un salto sobresaltado y miró a su lado. En efecto, esa voz grave de mujer no podía pertenecer a ninguna otra persona que no fuera ella. Era Meg.
Ésta última se aproximó a la orilla del río para beber un poco de agua El mismo atuendo oscuro de siempre. La misma cabellera castaña con reflejos dorados suelta. Y la misma mirada penetrante.
- Buenos días, Meg.- suspiró Marcos Alcaraz retrocediendo unos pasos para marcharse.
- Buenos para ti después de la tarde tan fantástica que pasaste con Denís.- Respondió Meg sin dejar de mirar al lago y mientras bebía agua.
Marcos Alcaraz se detuvo en seco. Aquellas palabras habían penetrado en su oído y habían producido una voz de alarma en su cerebro. Le desconcertaba que supiera tanto de su vida. Pero tampoco le sorprendía, al fin y al cabo era una bruja y sabría la vida de cualquier habitante de la isla mejor que la suya propia.
- Lo fue.- Marcos Alcaraz emitió una mueca de asco.
- ¿Y cómo lleva Denís el tema de su virginidad?.- Meg se irguió para mirar a su compañero de frente.
Aquellas palabras eran como punzadas en el noble corazón de Marcos Alcaraz. De todos modos, intentó aparentar normalidad.
- Busca en el interior de tus pensamientos. Si sabes que tuve sexo ayer con ella, también sabrás como se encontrará.- El joven se dio la vuelta y comenzó a dar pasos largos. Quería irse de allí como fuera. No deseaba continuar una conversación con una persona como ella.
- Está enamorada de ti.
- No es la única que lo está en esta isla.- Marcos Alcaraz le guiñó un ojo sin detenerse.
Sin duda, Meg había pillado la indirecta. Frunció el ceño molesta y comentó:
- ¿Qué insinúas?- Preguntó Meg arrugando los ojos.
Marcos Alcaraz volvió a suspirar por enésima vez. Toda aquella situación le superaba, Uno de los principales motivos por los que decidió marcharse de España no fue otro que por dejar de dar explicaciones y vivir en la más absoluta indiferencia. Quería vivir lejos de la civilización porque creyó que allí encontraría la paz y felicidad que tanto ansiaba.
- Meg no tengo ganas de darte ninguna explicación. Es más, ni tengo por qué. Deja de molestarme. Por favor.
La joven bruja abrió los ojos pero no mostraba mueca de asombro. Verdaderamente, pudo divisar en la mirada color miel de Marcos Alcaraz que éste se encontraba cansado. Y lo más triste, sólo. Sabía que la nostalgia inundaba su corazón y algo le hacía pensar que su vida pasada no fue fácil.
Se acercó a él sigilosamente y depositó su blanca mano en el hombro derecho de su acompañante. Marcos Alcaraz sonrió por el afecto, pero ella no emitió ninguna expresión.
- Tu hermano está bien.
- ¿qué sabes de mi hermano, Meg?.- El chico apartó aquella mano blanquecina de su hombro.- Es imposible que esté bien porque...
- ...Porque murió. Murió en un accidente de coche donde tu eras el copiloto. Apenas tenía once años, ¿verdad?
Los ojos de Marcos Alcaraz se inundaron de lágrimas. todo aquello era cierto. Había perdido a su hermano en un período de tiempo menor de un año y no podía evitar culparse de ello. Una lágrima comenzó a rodar por su mejilla. No era por el recuerdo, era porque una persona como Meg le estaba haciendo recordar algo que deseaba apartar de su pensamiento de por vida. Esa era la verdadera razón por la que decidió acudir a la Niotramm. Sabía de antemano que para sus padres sería doloroso perder a otro hijo, el único que le quedaba. Pero también debían de comprender que se estaba ahogando entre los modernos edificios que rodeaban su casa, que el aire contaminado de las fábricas encharcaba sus pulmones y que, cada vez que entraba en la habitación de su hermano menor decorada con aviones que ambos habían fabricado juntos, provocaba, que por algunos instantes, su corazón dejara de palpitar.
Marcos Alcaraz tragó saliva. Meg lo miraba impaciente esperando alguna contestación. El muchacho respiró hondo y se marchó.

viernes, 24 de junio de 2016

Capítulo 5

Oscar Duna decidió salir a dar una vuelta. A pesar de la apariencia acogedora de La Risueña, no podía aguantar estar más tiempo entre esos cuatro jirones de madera. Necesitaba que ese aire misterioso que conformaba la atmósfera de Niotramm revolviera su cabello color azabache y que inundara sus pulmones.
Habían pasado nada más y nada menos que tres meses, y la primavera comenzaba a hacer sus primeras apariciones, soltando algún arco-iris después de una tormenta o dejando canturrear algún que otro pájaro que anidaban en cada uno de los árboles.
En estos tres meses, las circunstancias en la Risueña habían cambiado considerablemente. Laila no se dejó ver más por la residencia de los jóvenes, lo cual enfurecía a éste último. Por otra parte, Marcos Alcaraz andaba sumido en sus pensamientos, siempre encerrado en su habitación doble. La desesperación de saber que Niotramm no era su sitio comenzaba a inundar su cabeza, y su corazón añoraba los cálidos abrazos de su familia y de aquella novia que había sido rechazada por el Consejo Supremo para que pudiera acudir a la isla.
Un atardecer, Denís acudió con sigilo a la habitación de Marcos Alcaraz. Se aseguró que su cabello color fuego no estuviera tan rebelde como de costumbre, y que sus chispeantes ojos color esmeralda estuvieran más claros que nunca. Con la excusa de traer un tazón de leche con una porción de tarta de vainilla, decidió subir cada uno de los peldaños de la robusta escalera en forma de caracol que separaba la habitación de Marcos Alcaraz de la suya.
La joven entró despacio, procurando no hacer ruido al cerrar la puerta. no pudo evitar que la bandeja que llevaba en sus manos temblara un poco cuando sus ojos verdes divisaron a Marcos Alcaraz tendido en su cama tomando una siesta con el torso desnudo. Denís pensó que si los ángeles existían, el joven que tenía a escasos metros de ella, debería de ser lo más parecido a uno de ellos.
Denís esbozó una media sonrisa que implicaba síntomas de ternura. Nunca había estado enamorada de nadie, pero creía que si enamorarse era lo que ella sentía por Marcos Alcaraz, entonces verdaderamente lo estaba. Se sentó ciudadosamente en los pies de la cama, depositando a un lado la merienda y con ternura acarició el brazo musculado del chico para despertarlo.
Marcos Alcaraz abrió un ojo y luego el otro y pudo ver entre parpadeos a Denís sonriendo. Éste le devolvió la sonrisa y le acarició la mejilla, notando como los vellos de la piel de la chica se erizaban. Marcos Alcaraz volvió a sonreir.
- ¿Qué haces aquí pequeña?
-  Te he traído algo de comer. No has salido de aquí en todo el día.- Respondió Denís, haciendo caso omiso de que la había llamado "pequeña". Odiaba ese calificativo, pero viniendo de él, le encantaba.
- Hiciste bien. Tenía ganas de verte, ¿lo sabes?
Denís agrandó sus ojos, y no puedo evitar que sus labios formaran una O. Marcos Alcaraz volvió a emitir una vez más una sonrisa. Denís no pudo emitir ninguna palabra. Era cierto que su timidez era uno de los tantos adjetivos que la describían, pero cuando se encontraba a escasos centímetros de él, ésta se potenciaba.
- ¿Por qué no quieres salir de aquí? ¿Qué es lo que te pasa?.- Preguntó Denís armándose de valentía y decidiendo romper ese silencio.
- Echo de menos muchas cosas Denís. Quizá no lo comprendas porque has vivido toda tu vida aquí.- Respondió el muchacho incorporándose.- Familia amigos...
- Y a tu novia, ¿no es cierto?
- Sí Denís.- El rostro de Marcos Alcaraz se volvió serio.
- ¿Y cómo es estar con alguien?.- Preguntó Denís interesada.
- No se puede describir. Es... es un cúmulo de sensaciones distintas: alegría-tristeza, ternura-pasión...
Denís no apartaba su mirada de los labios carnosos y sonrosados de Marcos Alcaraz. Sin poder evitarlo, se aproximó a él lentamente y lo besó. La chica arrugó los ojos con fuerza implorando al cielo que el joven no se apartara de ella. Para su sorpresa, Marcos Alcaraz no hizo ningún ademán de apartarse y siguió el juego de sus labios.
Denís se apartó bruscamente y giró su cabeza. El chico la agarró por el brazo con una sonrisa flamante y la acercó a él.
- ¿Es la primera vez que besas a alguien?- Denís afirmó con la cabeza.
- Pues lo haces de maravilla.- Acto seguido, Marcos tomó la iniciativa, se acercó a la joven y la besó siguiendo el juego de unos besos inexpertos pero que a él le sabían a gloria. Tras varios minutos así, Marcos se apartó para continuar una conversación.
- ¿Por qué nunca has besado a ningún chico? ¿Es que tienes dudas acerca de tu orientación sexual?
- Sé que me gustan los hombres. Pero nunca he tenido la oportunidad de conocer alguno.- Respondió Denís cabizbaja, colocando un mechón de su larga cabellera rojiza en el sitio adecuado.- Apenas he salido de aquí, y cuando lo he hecho, sólo ha sido de la mano de algunas amigas que hoy ya ni se acuerdan de mi.- la nostalgia inundó el corazón de la joven.- Mi madre aún me ve como a una niña pequeña.
- Yo no te veo así. Tienes unas curvas preciosas Denís.
- ¿Quieres verlas?.- Denís no pudo evitar hacer esa pregunta tan espontánea y llevó ambas manos a su boca.
- Sé lo que pretendes.- El muchacho soltó una pequeña risa.- quieres quitarte la vergüenza para conocer a otros chicos ¿verdad?.- Denís volvió a asentir con la cabeza, aunque esa no era la verdadera razón por la cual le había dicho eso.- Pero no creo que esa sea la solución. No se verdaderamente como va el tema de la virginidad aquí, si está mal visto o no.
- ¿Virginidad?.- Preguntó Denís frunciendo el ceño.
- Bueno, si me querías enseñar tu cuerpo desnudo es por eso ¿no?.- Marcos Alcaraz se llevó las manos a la cabeza.- Lo siento Denís.- resopló.- Hace mucho tiempo que no tengo sexo y todo lo relaciono con eso.
Marcos alcaraz se volvió a apartar un poco de la joven. Denís se mordió el labio inferior pensativa. Tenía dieciséis años recién cumplidos. Quizá sería la mejor persona con la que poder perder la virginidad y así sería mucho más sociable y tendría novio. Aunque verdaderamente al único hombre que quería era a él, y todos los demás le daban igual. Sabía que el tema de la virginidad era una cosa importante, pero se encontraba preparada para ello. Respiró profundo, inundó sus rosados pulmones de aire y dijo:
- ¿Tendrías sexo conmigo?
Marcos Alcaraz enarcó sus cejas.
- ¿Es eso lo que quieres?
- Sí.
Se produjo un silencio intimidante.
- No quiero hacerte daño Denís. La virginidad es una cosa importante, y quizá yo no soy el hombre de tus sueños.
- Estoy preparada.- interrumpió la chica.
Marcos Alcaraz miró hacia un lado y a otro de la habitación. Se levantó de su cama asegurándose que la puerta de la habitación estaba cerrada. Acto seguido se dirigió hacia un pequeño armario que se encontraba en el lado izquierdo de la cama de su compañero y extrajo de él una pequeña bolsa plateada.
-¿Qué es eso?
- Un preservativo. Sirve para no quedarte embarazada.- Marcos Alcaraz emitió una vez más una sonrisa.- ¿Preparada?
Denís comenzó a desvestirse lentamente al mismo tiempo que Marcos Alcaraz corría un poco las cortinas para que la oscuridad inundara un poco su habitación, pero dejando que unos rayos de sol penetraran por las rendijas de las ventanas para que pudiera visualizar el cuerpo de la joven. Comenzó a observar pensativo los movimientos de Denís. Verdaderamente, cuando habló de su cuerpo no se equivocaba. Tenía un cuerpo demasiado bonito para estar siempre cubierto por esos vestidos antiguos. Se aproximó a ella y la rodeó por la cintura. Denís, nerviosa, acarició el torso desnudo de su amado y comenzó a besarlo. Marcos Alcaraz jugueteó con su pelo, al mismo tiempo que su mano derecha acariciaba un seno. La piel de la joven se erizó y Marcos Alcaraz no pudo evitar dar un pequeño mordisco a su labio inferior.
Tras unos breves instantes, el joven dirigió una mirada procedente de sus ojos color miel hacia el preservativo de la mesilla de noche de Oscar Duna. Abrió el paquete y lo colocó en su pene erecto. Denís, desde la cama, lo observaba todo impaciente. Marcos Alcaraz, en silencio, se aproximó a ella, y comenzó a hacer movimientos circulares en su crítolis. Denís sonrió. Pensaba que sería doloroso, como siempre había escuchado, pero aquello le gustaba. Marcos introdujo su dedo índice en la vagina de su amiga. La chica dio un grito ahogado.
- ¿Te duele?
Denís no respondió, pero el muchacho pudo ver que la joven ladeaba con la cabeza. Introdujo el dedo una vez más y Denís no se volvió a quejar. Marcos Alcaraz cambió de postura y entonces introdujo con suavedad su pene. Poco a poco. Lentamente. Denís apretó los dientes y una lágrima de agua salada rodó por su mejilla izquierda. Marcos Alcaraz volvió a cometer la misma actuación. Sacó el pene y lo volvió a introducir en la vagina, pero estaba vez algo más rápido.
- Lo estás haciendo muy bien pequeña. Si te duele, sólo tienes que decírmelo, y pararé.
Denís comenzó a moverse, lo cuál sorprendió al chico, pues pensaba que permanecería quieta durante todo el acto a causa del dolor.
Tras varios minutos, Marcos Alcaraz introdujo por última vez su pene erecto y lo dejo dentro de su vagina. Gimió profundamente. A continuación se levantó y descorrió un poco las cortinas para que entrara más luz. Quitó el preservativo usado y lo puso en alto. Denís enarcó una ceja desde la cama.
- Es para ver si estaba roto. Pero todo está perfectamente.- Dijo Marcos Alcaraz guiñando un ojo.
Denís se levantó de su sitio y rodeó a Marcos por la espalda. El chico no se apartó y le dio un sonoroso beso en los labios. Ambos dirigieron una mirada hacia el lugar donde había tenido lugar todo aquello. Denís se estremeció al ver una mancha de sangre en el centro de la cama.
- No te preocupes, es normal que hayas sangrado..- Aclaró Marcos Alcaraz arrugando las sábanas.
- ¿Sangraré cada vez que haga el amor?
- No pequeña.- Marcos acarició la barbilla de la joven.- Tira esto en algún lugar donde tu madre no lo pueda ver, sino se dará cuenta de lo que ha ocurrido.
Denís sonrió, comenzó a vestirse apresuradamente. Marcos la detuvo para darle un beso en la frente. Denís cerró los ojos, no quería despertar de ese sueño.




Oscar Duna se apresuró hacia la plaza del pueblo. Desde la lejanía había escuchado instrumentos sonar junto con el jaleo de la muchedumbre y supuso que habría fiesta. Necesitaba desconectar un poco de La Risueña. Ya apenas hablaba con mucho de sus huéspedes y la relación con su mejor amigo se había enfriado. Pensaba que si permanecía un segundo más sin ver la luz del sol dentro de ese viejo hostal, se volvería loco y lleno de nostalgia al igual que su amigo.
Comezó a dar por los adoquines de la plaza principal de Niotramm. Se aproximó a una taberna que se encontraba al aire libre y pidió una bebida. "Algo fuerte por favor" dijo sin más al tabernero. Éste, al mismo tiempo que limpiaba una de tantas jarras, le sirvió una bebida espumosa. Oscar Duna se la bebió de un trago y pidió otra. Esta vez se la sirvió una joven de pelo cobrizo recogido en un moño alto. Tenía unos ojos negros preciosos. Pero lo que más le gustaba de ella eran sus cejas que le daban un toque pícaro a su cara.
- ¿Cómo te llamas?.- Preguntó Oscar Duna entre sorbo y sorbo.
- Tiana.- contestó sonriendo la joven mientras pasaba un trapo recogiendo los restos de alcohol de la barra.
- Tienes un nombre muy bonito. ¿Quieres bailar?
La chica miró a un lado y a otro, y encogiéndose de hombros dijo.
- Me encantaría, pero estoy casada.
Oscar Duna resopló y se giró para poder contemplar el espectáculo. Los hombres bailaban y bebían y las mujeres más bonitas de Niotramm habían salido a lucir sus mejores galas. Pero su mirada oscura se detuvo en un punto en la lejanía. Concretamente en una chica apoyada en un banco de piedra que observaba cada uno de los bailes. Llevaba su cabello rubio que caía como una cascada fina sobre sus hombros. Reconocería esos ojos azules color océano en cualquier parte del mundo. La joven también se dio cuenta de su presencia y éste fue en su busca.
Se acercó a ella y tomó asiento a su lado, sin dejar la jarra de bebida espumosa. Tomó un sorbo y la miró de reojo. Laila estaba inquieta sin apartar la mirada del suelo. Finalmente sus miradas se entrecruzaron.
- ¿Por qué no has vuelto a dar señales de vida?.- Preguntó Oscar Duna mirándola fijamente a los ojos.
La joven lo miró y volvió a agachar la cabeza una vez más. Pudo verse reflejada en el iris de su acompañante. Se inundaron sus ojos color océanos de lágrimas pero logró retenerlas por unos instantes.
- No quería causaros problemas, Oscar.- Respondió Laila con un hilo de voz.
- ¿Tienes algo que ver con esa bruja? ¿Es amiga tuya o algo?
De nuevo silencio. Laila pasó la lengua por sus labios y entrelazó ambas manos. Intentaba que una excusa buena apareciera en su mente lo más rápido posible. Pero no obtuvo respuesta.
- ¿Queréis algo de nosotros? ¿Qué coño es lo que pasa?.- Oscar Duna se sobresaltó. Laila lo miró observando como sus mejillas se iban tornando en un color carmesí.- Eras muy importante para mi Laila.- Dio énfasis en la palabra "eras".- Pero me has fallado.
- No te he fallado Oscar, te estoy haciendo un favor.
- ¿Bromeas?.- Interrumpió el chico.- ¿Un favor es apartarte de mi lado?
Se volvió a crear el silencio. Oscar Duna se levantó y se puso de frente a su compañera. Ésta lo miraba a los ojos. Podían escucharse los pálpitos del corazón de Laila en cualquier parte de la isla.
- Creo que esta conversación está más que finalizada.- Dijo Oscar tirando la jarra a un lado.- Creo que no eres buena. No me fío de ti.
- ¿alguna vez te he dado motivos para qué desconfíes de mi?.- Preguntó la joven sobresaltada.
- No sé nada de ti Laila. No sé ni quienes son tus padres, ni que relación guardas con la perra esa. Y en cambio tú lo sabes todo de mi.
- ¡No la llames así! Meg no es mala.- Laila se llevó las manos as la cabeza. Oscar Duna enarcó una ceja.- Es una amiga, Oscar. Una muy buena amiga. Pero por diferentes circunstancias pues reacciona de una manera un tanto extraña. Pero no os haría daño nunca.
Oscar Duna resopló enfurecido. Dio una patada a la jarra que se encontraba en el suelo. Y con las manos en los bolsillos suspiró:
- No te creo Laila. No te creo.