sábado, 2 de julio de 2016

Capítulo 7

Laila trepó por un gran roble. Entre gemidos de cansancio, consiguió llegar a la robusta rama que ella quería. hubiera sido mucho más fácil llamar a la puerta como cualquier persona normal, pero era bien entrada la noche y no quería despertar a ningún habitante de la Risueña. A ninguno, excepto a uno.
Colocó sus faldones bien y llamó a una de las hojas de madera que formaba la ventana de la habitación de Marcos Alcaraz y Oscar Duna. Golpeó sus nudillos en la vieja madera con suavidad y esperó unos instantes.
Finalmente, la ventana se abrió dando paso a un chico de cabello color azabache en ropa interior que se frotaba un ojo bruscamente. Tras ver que a escasos centímetros de él se encontraba una chica sentada en una rama de un frondoso árbol, terminó sonriendo mostrando su deslumbrante sonrisa.
Oscar Duna no dijo nada y depositó su dedo índice en los labios de la joven, dando a entender que tenían que guardar silencio. Aquel le tendió una mano para ayudarla a pasar a dentro.
Laila divisó el lugar donde su compañero dormía todas las noches. Una habitación acogedora decorada con dos camas acolchadas por mantas de colores y un gran armario que presidía la estancia.
Ambos jóvenes se miraron y se fusionaron en un abrazo. Había pasado mucho tiempo desde que sus labios no se rozaban, desde que uno no provocaba una sonrisa en el otro.
-¿Y Marcos?.- preguntó Laila mirando a un lado y a otro.
- La última vez que lo vi estaba con Madre recogiendo la cocina.
Los chicos se sentaron en la cama de Oscar Duna, haciendo que los muelles de ésta chirriaran. Sin duda el colchón y la cama eran bastante antiguos, pero no podía quejarse. Allí se dormía de maravilla.
Oscar Duna tomó las manos de Laila, las cuales se encontraban congeladas.
- ¿Por qué has venido?
- Necesitaba verte.
Oscar Duna sonrió y se inclinó para besarla. En ese mismo momento, la puerta de la habitación se abrió y apareció el otro ocupante de aquella estancia. Marcos Alcaraz, al divisar que su amigo se encontraba en ropa interior, cerró de manera apresurada la puerta. Laila se levantó rápidamente de la cama y dijo en una voz un poco más alta de lo normal:
- Marcos tengo algo para ti.
Oscar Duna enarcó una ceja interesado. La puerta de la habitación volvió a abrirse.
- ¿Para mi?
Laila palpó en uno de los bolsillos de su falda color azul cielo un papel doblado en varias partes de color amarillento. Verificó que era lo que estaba buscando y sonrió aliviada extendiendo la mano para dárselo a su verdadero destinatario.
Marcos alcaraz desplegó la nota intrigado. Allí sólo ponía una dirección. El chico enarcó una ceja sarcástico.
- ¿Me habéis buscado una cita  para quedaros libre mi habitación por las noches?
Laila rió estrepitosamente. Sin duda, una de las características que definían a la joven era su escandalosa risa.
- Es en el ala sur-oeste.
Marcos Alcaraz arrugó la nota y la tiró. Solo conocía a una persona que vivía allí.
- De ninguna manera voy a hablar con Meg.
-¿Meg?.- Preguntó Oscar Duna que aún se encontraba sentado en la cama.
- Vamos Marcos, me lo ha dado ella y se enfadará mucho si no vas.
-¿Crees que me importa que se enfade, Laila? No quiero tener el más mínimo trato con tu amiga.
-¿Pero qué es lo que pasa?.- Oscar Duna se levantó cruzándose de brazos.
- Meg me ha dado una nota porque quiere hablar con Marcos.- respondió Laila.
- ¿Has ligado con la bruja?.- Oscar Duna no pudo evitar reirse dando palmadas.
La puerta de la habitación de ambos chicos volvió a abrise una vez más. Esta vez, tras la gran hoja de madera gastada, se encontraba Denís en camisón largo color pastel, que interesada asomaba su cabeza.
- ¿Pasa algo?.- Preguntó la adolescente desde el otro lado de la puerta.
Denís no pudo evitar sonrojarse al ver allí a Marcos Alcaraz. Oscar Duna la invitó a pasar. entre risas le contó lo sucedido al cuarto miembro que había llegado a la habitación. Denís agachó la cabeza pensativa. Cuando todo aquel coloquio pareció que había cesado por unos momentos y que todo volviera a la normalidad, Marcos Alcaraz se dispuso a explicar lo sucedido:
- Esta mañana tuve un enfrentamiento con ella. Desveló cosas de mi pasado que no quiero recordar. Eso es todo.
- ¿Qué cosas?.- A Oscar Duna se le quitaron todas las ganas de continuar riendo.
- Por ejemplo, mi hermano Gonzalo.
-¿qué le pasó a tu hermano?.- Preguntó Denís que era la primera vez que tomaba la palabra en aquella conversación.
- No es el momento de preguntar eso.- susurró Oscar Duna al oído de la adolescente.

El silencio se apoderó de las almas de los cuatro jóvenes. Denís no entendía nada: su cerebro comenzaba a dar vueltas buscando a una explicación a aquello que estaba pasando. ¿Le atraía sexualmente Meg a Marcos? ¿Qué era lo que verdaderamente había pasado con su hermano? La joven sacudió la cabeza intentando alejar aquellos pensamientos que la atormentaban de su mente.
Oscar Duna miró fíjamente a su compañero. Realmente, Meg asustaba al muchacho y él se quería mantener lejos de ella. Pero sabía la consecuencia que podía traer estar a una distancia considerable de aquella bruja y no era otra que perder a Laila. Se mordió el labio pensativo, esperando a que surgiera de la nada una explicación convincente que le quitara ese mal sabor de boca.
Laila entrelazó sus manos esperando a que Marcos Alcaraz respondiera. Recordaba las palabras de esa bruja como si en ese preciso instante se las estuviera susurrando a su oído una vez más: "No vuelvas sin que no te haya dicho que sí". Debía convencer a Marcos Alcaraz de que era obligatorio que acudiese a aquella cita con Meg, aunque verdaderamente no sabía el motivo.
Marcos Alcaraz carraspeó bruscamente. El aire de Niotramm era frío e intenso y había calado sus huesos. Todos esperaban espectantes una respuesta procedente de los labios carnosos del chico. Sacudió la cabeza y revolviendo su flequillo dorado, determinó:
- Iré. Pero sólo con la condición de que esa sea la última vez que la vea.
Todos quedaron en silencio, pero sin embargo, todos pudieron percibir como Laila suspiraba aliviada.

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