Si había algo que Marcos Alcaraz había aprendido en este año que llevaba viviendo en Niotramm era su historia, especialmente, la de la Risueña. Sus visitas a la biblioteca principal de la isla cada vez eran más frecuentes y ya tenía leídos una gran parte de todos los volúmenes.
La Risueña se caracterizaba por ser un hostal exactamente igual para todos sus residentes. pero Marcos Alcaraz había descubierto que no era así. aquel viejo hostal de conglomerado también contenía profundos secretos.
uno de ellos, era por ejemplo, una amplia sala que se encontraba escondida en el sótano de la vivienda. Marcos Alcaraz la había descubierto hacía unas lunas, cuando la soledad acechaba su corazón.
Encontró ese escondite gracias a un libro de pocas páginas que encontró en un rincón olvidado de la biblioteca. al principio creyó que era una historia de fantasía inventada por cualquier ciudadano niotremsie pero pronto descubrió, que, sin duda, debía de ser alguien que había estado viviendo en el hostal durante mucho tiempo y que lo conocía a la perfección.
Siguió las indicaciones que se encontraban expuestas en el pequeño manual y en efecto, allí estaba, una sala muy amplia (más espaciosa que cualquier otra estancia) cubierta de polvo, telarañas, y alguna que otra familia de roedores.
Al principio, el joven dio un respingo y se juró así mismo cerrar la puerta lo más seguro que pudiera para evitar que toda aquella suciedad entrara en el hostal. Pero pronto, una bombilla parpadeante invisible apareció en su cerebro: aquella sala no la conocía ningún habitante de la risueña. de hecho, si Madre conocía algo sobre esto, estaría resplandeciente y con un fuerte olor a productos de limpieza, pues Madre no se perdonaría jamás pasar por alto todo aquel caos. Marcos Alcaraz sonrió para sí. podría ser un buen escondite si lo limpiaba. además, había una puerta que daba al jardín trasero, por lo cuál, no tenía que estar siempre usando la puerta que comunicaba con el interior del hostal.
Al joven también se le ocurrió la flamante idea de comunicar su descubrimiento a Denís. Sabía que la relación con la joven no marchaba muy bien y que aquel secreto, sería un modo de intentar solucionar toda aquella situación. Aún recordaba la cara de entusiasmo de la chica cuando el muchacho le comunicó sobre el descubrimiento de su nuevo escondite. Es más, sonrió al rememorar el sonrojo de Denís cuando le dijo que aquel escondite solo sería de ambos.
Les llevó cinco días en poner todo aquello en orden. Limpiaron el suelo a mano, hasta desgastarse las yemas de los dedos, pintaron las paredes con pintura nueva, quitando los restos de pintura vieja que aún perduraba y colocaron productos para evitar que ningún otro roedor habitara en su escondite.
La única pena es que no había ventanas, por lo cuál, la oscuridad era casi absoluta, y tuvieron que provisionar aquella sala de candiles y velas, al menos si querían pasar alguna que otra noche.
en la periferia de la isla, había una casa donde una vieja loca vendía muebles. ninguno de éstos se encontraban en un buen estado, pues todos poseían alguna que otra mordedura de algún animal y los rasguños eran innumerables. En contraposición, se encontraban muy bien de precio. Denís y Marcos Alcaraz juntaron todos sus ahorros y se miraron dubitativos cuando se encontraban en aquella cabaña mugrienta inspeccionando aquellos muebles. No tenían otra opción: era eso, o tener una sala espaciosa pero sin nada donde sentarse. Decidieron adquirir un sofá cómodo, cuatro cojines de grandes dimensiones en color granate, a los cuales Denís tuvo que coser algún que otro remiendo, una mesa y un pequeño mueble para guardar alguna que otra cosa.
La vieja loca se desentendió del transporte de los muebles y ambos jóvenes perdieron todo el día trasladándolos.
Cuando Meg dijo delante de todos que necesitaba alguna instancia donde nadie la molestara porque tenía que hablar con todos ellos, a Marcos Alcaraz se le ocurrió que podría estrenar su "refugio" (que era así como Denís y él lo habían bautizado). Aunque si era verdad que todos conocerían ya de su escondite. La miró intrigado al mismo tiempo que Óscar Duna decidió intervenir en la conversación:
- No me interesa.- dijo el muchacho dándose la vuelta.
Laila lo agarró por el brazo y le susurró al oído derecho que esperase. Él asintió con desgana y sin estar convencido. no aguantaba la presencia de aquella bruja y más si era para escucharla hablar.
- Sé de un sitio que nos podía venir bien para hablar.- Dijo Marcos Alcaraz frotando su sien, y pensándose si era buena idea o no desvelar su secreto.
El chico se puso en marcha hacia el refugio y todos lo siguieron. La sala estaba oscura, como de costumbre, y Marcos Alcaraz se dispuso a encender todos los candiles que habían colgado en las paredes. Óscar Duna abrió la boca asombrado.
- ¿Desde cuándo existe esta habitación?.- dijo mirando a un lado y a otro, relamiendo con su mirada azabache cada recoveco de la estancia.
- Encontré un libro que hablaba del hostal y nombraban esta habitación secreta.- dijo Marcos Alcaraz tendiéndole el manual.- Ten, por si te interesa saber un poco más sobre el lugar en el que vivimos.
Laila arrebató el objeto de la mano de Marcos Alcaraz y su mirada profunda color océano echó un vistazo a las páginas amarillentas.
- ¿Lo has acabado de leer?.- preguntó la chica sin apartar su mirada del libro.
- No, aún no.
Laila miró a los ojos a Meg y ésta asintió una vez más.
- Seguramente sea el único ejemplar que quede de este libro.- añadió Laila.- Posiblemente se les habría olvidado quemarlo.
- ¿Quemarlo por qué?. preguntaron al unísono ambos jóvenes.
Laila dirigió una mirada de socorro a Meg, pero ésta lo esquivó. Dar explicaciones era algo muy difícil para todo el mundo, pero más para ella que no estaba acostumbrada a darlas.
- Creo que en este libro está la respuesta que buscáis al por qué se quemaron todos.- respondió Laila exhalando hondo.- Pero no saques este libro a ningún sitio. Nadie debe saber que lo tienes.
- ¿Pero por qué?.- Toda aquella incertidumbre se estaba apoderando de Marcos Alcaraz.
- Porque ahí es donde se encuentra explicado el misterio que Niotramm.- Interrumpió Meg
Los chicos se quedaron perplejos. Su viaje a aquel misterioso islote por fin había encontrado su fin. Óscar Duna sonrió, mostrando una amplia sonrisa, pero sin embargo, su compañero de cabello color rubio ceniza no se encontraba conforme, estaba inquieto y tenía un mal presentimiento.
- ¿Tú has leído el libro?.- preguntó Marcos Alcaraz directamente a Meg. Era la primera vez que se dirigía a ella después que hubiera hecho caso omiso de su proposición.
- Yo lo viví.- Respondió sin más.
- Es una bruja, Marcos ¿cómo no lo va a saber?.- dijo Óscar Duna y a continuación, Meg le dirigió una mirada parda fulminante.
- Yo también lo viví.- contestó Laila sin apartar la mirada del suelo.
Toda aquella situación se estaba volviendo insostenible. Los rostros de ambas mujeres estaban serios y más pálidos que de costumbre. Óscar Duna, al descubrir que su novia también estaba involucrada en toda aquella trama, dejó de sonreir.
- ¿ De cuánto tiempo disponemos?.- Preguntó Laila.
- De doce lunas llenas.- Respondió Meg.- Pero tenéis un plazo de cuatro días para leeros el libro. Nos ahorrará tener que explicarlo. Es hora de marcharnos.
- ¿Y la carta?.- preguntó Laila. Sus ojos reflejaban una total desesperación.
- Ellos tienen cuatro días para leer el lirbo. Nosotras volveremos al tercer día. Nos toca dar alguna que otra explicación después de que lo terminen.
Ante la sorpresa de todos Laila asintió con la cabeza y decidió marcharse con aquella que todo el mundo creía que era su amiga. Óscar Duna se encontraba más alarmado que nunca. No le importaba lo más mínimo lo que Meg quisiera decirle, pero el hecho de que Laila estuviera involucrada también en todo ese asunto le inquietaba bastante. Tenían una tarea encomendada si querían descubrir que era lo que pasaba en Niotramm: leer ese maldito libro y descubrir la verdad de una vez por todas.
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